septiembre 13, 2022

“Reflexiones de Pasante”

 

“Reflexiones de Pasante”

En las aulas de las Universidades se nos enseña en los primeros ciclos, de manera muy general o a veces muy puntual, los principios fundamentales del Derecho, así como también su finalidad e importancia, además de vincularnos con la terminología jurídica; incluso con algún caso práctico que nos narran nuestros profesores, los cuales creemos que son aventuras que sólo existen en su mente o nos preguntamos “este fulano de cual fumo”.

Conforme vamos avanzando en nuestra carrera, creemos que el mundo es un pastel que podemos comernos a mordidas y que tenemos un gran nivel el cual nos permitirá brincar esa sufrida etapa del pasante o paralegal, ya que consideramos que con los conocimientos que tenemos ya podemos llegar a resolver asuntos jurídicos e incluso mejor que nuestros profesores y hasta nuestros jefes, por ello no nos debemos conformar con un sueldo raquítico, sino debemos percibir miles de pesos o dólares o euros y, desde luego, un trato muy especial.

Pero, cada uno de nosotros, tarde o temprano, aunque tengamos las palancas del mundo (bueno, eso creemos al inicio), tendremos que confrontar la realidad, la cual muchas veces rompe la burbuja de fantasía que teníamos respecto a la carrera; y es en esta etapa donde muchos hasta creen que se equivocaron de profesión o que lo que están haciendo no les gusta, porque déjenme platicarles que la mayoría de nosotros pensamos que vamos a iniciar con el glamour de Harvey Specter, con una asistente guapísima o guapísimo, con un horario altamente flexible, teléfono celular de alta gama, los gadget de moda, auto del año, comidas en lugares caros y desayunos con clientes mientras jugamos golf o tenis, sin olvidar un portafolio con tus iniciales grabadas, lo que te hace sentir el abogado del año.

Sin duda, algunos lograrán tener todo esto antes de terminar su carrera o quizá en su primer trabajo, ya que algún conocido o familiar les dé una ayudadita, pero para la gran mayoría la cruda realidad es que se darán cuenta que la ayudadita nunca llegará. Pero algo sí les digo: no te va a servir de nada ni la súper secretaria o asistente, ni el portafolio si antes no conoces lo que es realmente ser un pasante, y mucho menos si no valoras la enseñanza en el aula.

Me encantaría mencionar todo lo que hace un pasante, un buen pasante, pero basta con decirte que todos los días tiene que «checar» el Boletín Judicial, aún en la era digital, que si no te lo han presentado es aburridísimo, pero es que es pieza clave en los juicios, ya que si no lo revisas bien, se te puede pasar un acuerdo y para tu mala fortuna puede ser tan importante y con término para el cumplimiento de un mandato judicial y por eso pierdas todo el caso.

Tienes que andar de juzgado en juzgado por toda la ciudad, lidiar con archivistas, notificadores, actuarios, secretarios de acuerdos, empleados de oficinas públicas, sólo por mencionar algunos; también tienes que aprender un poco de terminología jurídica, ya que si no lo haces, serías como un pez fuera del agua y peor aún, serías el hazmerreír de la persona que está en el archivo del juzgado, o del Secretario de Acuerdos, o hasta del Juez; y no se diga de los actuarios o ejecutores los cuales, muchas veces te preguntaran cosas para ver si comprendes el trámite que les estás solicitando.

Aquí quiero hacerte una gran reflexión: ser pasante no es ser mensajero, aunque lo pareciera cuando llevas escritos a los juzgados y oficinas públicas, es el propio estudiante de leyes quien se autodefine como mensajero cuando no se esfuerza por tener un crecimiento personal y profesional, es decir depende de ti mismo, de tu conocimiento y esfuerzo el que evoluciones hasta convertirte de un simple ayudante a el primer pasante del despacho, en el sentido amplio de la palabra.

Pero no todo es negro en la vida de un pasante, ya que vas teniendo, quizás no todos los días , recompensas personales. Me preguntarás ¿cuáles? Pues ahí te van algunas:

-       Sentir que vas entendiendo más cada día las clases de derecho o que si el profesor menciona algo tal vez ya tengas idea o conocimiento de lo que está hablando, sobre todo los casos prácticos;

-       Ver que poco a poco a tus amigos te los encuentras en tribunales y te da mucho gusto, tanto, que hasta con los que no te llevabas ahora los ves seguido y pláticas con ellos.

-       Cuando eres constante en tu trabajo, llega el gran día en que te enseñan a promover o a realizar escritos, que va desde una simple autorización hasta cosas complejas como contestar vistas, demandas, hacer pruebas, cuestionarios, apelaciones y el excelso juicio de amparo;

-       El momento cumbre en tu formación llega cuando por fin de dejar comparecer a una audiencia, aunque solo sea para pedir copias o hacer un pago, pero ten paciencia ya te llegara la oportunidad de lucirte como un paladín de la justicia.

 

Es ahí cuando te aseguro que dices: esto es lo que realmente quiero. Cada uno de nosotros puede dar su máximo esfuerzo, ya sea en la escuela o en el trabajo, pero todo está dentro de nosotros y no en los demás, ya que somos escultores de nuestra propia vida. Si ya has trabajado antes o estás trabajando, me darás la razón; si no has trabajado, no te preocupes, sólo te puedo decir que goces al máximo la vida universitaria, tus amigos y tus profesores, que por lo general tienen razón; lo más importante es que en la carrera existen muchas áreas en donde te puedes desarrollar profesionalmente, es cuestión de que decidas.

Pero cuando hablemos de los salarios de los pasantes, recuerda la máxima de todos los despachos y bufetes jurídicos: «tu salario se conforma de 90% de conocimientos de lo que estás aprendiendo y 10% de incentivo económico, bueno en mi caso fue un 100% de aprendizaje y los pasajes los pagaba yo.

Tú sabes que oportunidades tomas o dejas durante la etapa de tu formación, si aceptas trabajar o no como Pasante, si vas a aprender en el aula o durante el tiempo de clase te la pasas navegando en las redes sociales o platicando con los amigos o saliendo al «baño», tú decides si aprovechas los conocimientos que tu profesor pretende trasmitirte, tú decides si después de clase dedicas tu tiempo a tu «trabajo como abogado» o cualquier actividad, menos la de seguir estudiando y preparar las tareas de la carrera.

Egresados de la carrera hay muchos, Abogados que amen y ejerzan la profesión hay pocos, quizás menos de los que te imaginas, pero es tu decisión que es lo que quieres ser, sólo el tiempo te dirá si tomaste o no la mejor decisión.

La adaptación de este artículo fue hecha por Enrique Rueda Santillán con el apoyo de María Elena Meza.