NO
ESTOY DESEMPLEADO, ESTOY INVENTANDO MI TRABAJO
Ha
habido dos ocasiones en mi vida en las que he estado desempleado, en mi primer
empleo y en el último. En la primera ocasión después de mi baja, decidí hacer
lo que muchos otros hacían después de su primera incursión laboral, apuntarme a
una Maestría para aprender más y luego seguí trabajando para otros durante más
de una década. En la segunda decidí que jamás volvería a trabajar como empleado.
Si no
tienes jefe, te lo inventas
El
problema de los que trabajamos por nuestra cuenta y también de quienes pasan
por una etapa de transición es que, al no tener a nadie que nos diga qué
trabajo debemos hacer, tenemos que crearlo, inventarlo o decidirlo nosotros.
Por
cierto, aquí hago un paréntesis. Prefiero hablar de transición y no de
desempleo porque este último término asume que lo que necesitas es un empleo,
cuando la realidad es que tu problema es la falta de ingresos. Así que, esa
transición puede acabar en un empleo, en trabajar en proyectos por tu cuenta o
en cualquier otra opción en la que vendas tu trabajo independientemente de que
cobres por nómina o por honorarios. Cierro paréntesis.
Pues
bien, si no tienes jefe que te planifique el trabajo y que te encomiende
tareas, debes ser tú quien lo haga. Y ahí está la gran dificultad. Por un lado
porque quizás no sepas lo que debes «ordenarte» y por otro porque la pereza, el
perfeccionismo, el miedo, la falta de fechas límite o cualquier otro factor
mental, te paralice.
Así
que, mi recomendación, tras unos cuantos años que estoy seguro de que podrían
haber sido mucho más productivos, es que, si no tienes trabajo, te lo inventes.
No
busques trabajo, créalo
Buscar
empleo, pedir trabajo, conseguir una entrevista parece que está todo pensado
para encontrar a alguien que te diga lo que debes hacer. Es algo muy de los
viejos tiempos, de ese mundo de antaño en el que todo era lineal y predecible;
pero creo que para que las cosas funcionen hoy, el trabajo no hay que
perseguirlo, hay que crearlo.
Es
muy fácil (y una forma de auto justificarse) quedarse de brazos cruzados cuando
has enviado no se cuantos currículos a las distintas plataformas o por el
método clásico de enviarlos a tu red de contactos y después de ello ponerte a ver
alguna serie o apuntarte a un curso de lo que sea, pero todavía te queda mucho
tiempo para crear tus propios proyectos profesionales.
No
estoy hablando de montar una empresa ni de hacer algo complejo, aunque podría
ser una opción. Lo que te digo es que ocupes el tiempo restante en crear algo
que demuestre que no estás desempleado, que quizás pueda convertirse en una
fuente de ingresos y, no menos importante, que te haga sentir que eres una
persona valiosa.
¿Qué
te gusta? Pues hazlo
Suelo
decir a mis alumnos más jóvenes que tienen mucha suerte porque como les han
quitado el futuro, tienen la opción de crearlo como más les apetezca. Cuando no
tienes un empleo, se te abre una ventana para, por fin, intentar hacer cosas
que te interesen de verdad. Ojo, no estoy hablando de cegarte con esas cosas de
«persigue tu pasión» y similares. En todo lo que hacemos hay cosas que nos
encantan y otras muy tediosas.
Lo
que te digo es que, seguro que hay algo que te atrae y que podrías convertir en
ingresos. Pero incluso si eso no fuese así, al obligarte a crear tu propio
trabajo, mostrarlo y divulgarlo en redes sociales o en donde puedas, vas a
mantenerte activo, vas a aprender, vas a atraer la atención de aquellos que ni
siquiera sabían que necesitan a alguien como tú. Y también te será más fácil
justificar este periodo sin trabajo formal, porque podrás decir que has estado
poniendo en marcha tus propios proyectos.
Lo
que te digo, y puedes creerme porque lo he vivido, es que pasarte el día
planificando o creando artificios mentales no lleva a ningún sitio. Lo que
funciona es que te tomes riesgos y que
empieces a hacer cosas. Si, «cosas» sin pensarlo tanto, simplemente para
empezar. Y por alguna razón, esas «cosas» empiezan a encajar, a tomar forma.
¿Qué
te disgusta? Pues hazlo
Como
te digo, todo lo bueno en esta vida tiene su contrapartida. Y eso no es malo.
Simplemente es así. Lo que no puedes quedarte es únicamente con lo que te gusta
de las cosas; por ejemplo, yo no soy locutor ni escritor, pero aquí me tienes
escribiendo el blog y grabando el Podcast, en cuanto acabe, seguiré escribiendo
para crear nuevos contenidos.
Pues
bien, si no escribiese, no habría publicado varios artículos y audios, no me
llamarían para dar cursos, talleres y asesorías, no descubriría nuevas formas
de hacer y vender lo que se me ocurre, ni podría vivir de esto.
La
moraleja es que cuando estás activo estás agitando tu entorno. La gente ve que
haces cosas, aunque no sepan muy bien en qué consisten. Incluso tú mismo abres
puertas que no sabías que existían.
Así
que, si no tienes trabajo, te lo inventas. Aunque creas que estás perdiendo el
tiempo, aunque quienes te rodean te digan que deberías estar haciendo otra cosa,
y me pregunto ¿a qué cosa se referirán?,
aunque no tenga nada que ver con tu «vida anterior». ¿Quieres ser tu propio
jefe? Pues empieza a ponerte tareas. De ese modo, no serás una persona sin
empleo, sino un profesionista sin clientes… por el momento.
La
adaptación de este artículo fue hecha por Enrique Rueda Santillán con el apoyo
de María Elena Meza. El artículo original fue escrito por Andrés Pérez Ortega
en https://www.andresperezortega.com.